Hace meses él pedía una figura de Venom, pero no la conseguíamos en ninguna tienda de Tegucigalpa.
Hoy, después de almorzar por su cumpleaños, pasamos por una de las tiendas de juguetes de la ciudad (para comprarle un “regalito” que él mismo elegiría).
Para sorpresa de todos, había un muñequito de los que estaba deseando por meses… Así que procedimos a comprarlo y desde ese momento, su día se iluminó.
Cuatro años, ya. ¿Quién diría? Cuatro años con una de las más grandes bendiciones en la familia.
¡Feliz cumpleaños, Andrés!
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No hay ascensor hacia el éxito, debo tomar las escaleras.