Uno va por la vida estableciendo relaciones, siendo parte de un entorno que coadyuva en la consecución de objetivos o en la destrucción del individuo.
No sé si es una virtud o un defecto, pero a pesar del intento de sostener la cordialidad con todos, la amistad está puesta -al menos en mi caso- en un pedestal que no es pisado por cualquiera.
Hay señales que yo mismo he establecido para calificar a alguien como amigo (no todos los conocidos pueden ostentar ese título), y hoy, aprovecho este retrato que surgió espontáneamente, para saludar a un amigo: Daniel Mendoza, talentoso artista de la fotografía, con quien disfruto compartir la pasión por la caja de luz y todo lo que se puede hacer con ella.