Lo ves puntualmente, dos veces a la semana, revisando la basura en busca del plástico que -al venderlo— le da para comer.
En cada ocasión, lo acompañan dos perros: uno negro, y Carlos. ¡Sí, su perro se llama Carlos!
¿Por qué le puso Carlos?, le pregunté. La respuesta que obtuve: “Es que este maje es mi mejor amigo. Es fiel. El único que está conmigo, en las buenas y en las malas”.
Debo decir que -por experiencia- estoy de acuerdo con Andy Rooney, quien dijo: “El perro promedio es mejor persona que la persona promedio”.
El pepenador terminó su tarea y se marchó con el maltrecho, pero fiel, Carlos.
Con esta foto, y experiencia, inicio mi cuarta semana en “El 365 definitivo”.
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No hay ascensor hacia el éxito, debo tomar las escaleras.